domingo, 13 de noviembre de 2011

Drachenfels (2/10/11)

Hoy relataré el viaje que hicimos al pueblo de al lado, Königswinter.

 
Nos levantamos pronto por la mañana y tomamos el U-Bahn hasta Königswinter. Allí, que en aquel momento eran fiestas (mala pata que no me acordé de sacar fotos de las mismas) nos dirigimos rápidamente hacia el funicular que te permitía subir a "Drachenfels" (El risco/pico/roca del Dragón).

Drachenfels es una de las siete montañas (Siebengebirge) que rodean el valle del Rhin por el Este. En lo alto de la cima se encuentran las ruinas de una antigua torre, y desde las mismas se puede ver todo el valle y mucho más allá.
En esta montaña, dice la leyenda, que Siegfrido mató al dragón en una de sus grutas y allí se bañó con su sangre para volverse invencible, como relata la historia del "Cantar de los Nibelungos" (otra cosa es que diga que fue aquí donde lo mató, eso ya no lo sé, puesto que no he leido ninguna adaptación ni nada por el estilo).



Una vez en la estación donde se coge el funicular, nos contaron que había la posibilidad de coger una entrada combinada, la que permite acceder a ver el castillo que hay a medio camino, llamado "Schloss Drachenburg". Sabíamos que se podría uno parar a verlo, pero no sabíamos si se podría entrar, asique tomamos esa posibilidad y nos pusimos en camino.


Una vez allí descubrimos que el castillo era una preciosidad. Jamás había visto un castillo tan precioso. Acostumbrado a los castillos que había visto por España, que la mayoría eran murallas y poco más, este me sorprendió mucho dado que era un palacio.
Parecía salido de un cuento de hadas. Nada que envidiar al castillo de Disney.




El castillo fue construido durante el siglo XIX y utilizado como residencia de Verano del Barón Stephan von Sarter. Durante la Segunda Guerra Mundial  se usó como centro de entrenamiento para soldados alemanes. Actualmente es propiedad de la comunidad de Nord-Rhein-Westfalen.
En sus alrededores descubrimos un pueblo pequeñito(aunque debe ser parte de Königswinter) con un precioso restaurante con la arquitectura típica de la zona:


Tras esto vimos que había un montón de gente que subía hasta Drachenfels caminando, y más tarde nos enteramos (al volver, pues no tomamos el funicular, aunque estaba pagado), que era posible subir y bajar andando sin mucho esfuerzo, pues no está muy lejos del pueblo y quitando una pequeña cuesta, no es nada dura la caminata.

Bueno, a lo que vamos. Entramos al castillo y lo vimos por los cuatro costados y  hasta debajo del rabo:

Aquí yo junto a la entrada de una de las torres del castillo.
Jenny y Yo en la puerta principal del castillo.

El patio particular del castillo. "Así...para pasar el rato, salimos a ver las estatuas de oro de la pedazo de fuente que tenemos en el jardín"
Jenny entre las flores del jardín.
Descansando junto al muro del jardín.
El interior del castillo estaba completamente restaurado imitando las antiguas pinturas que representaban escenas del "Cantar de los Nibelungos"

La doble silla de la familia "Silió"

Como todo buen castillo no pueden faltar las puertas secretas...

Ni tampoco los comedores llenos de lujos.

Vista de Königswinter, el Rhein y Bonn, desde el patio del castillo.
Más fotos del castillo. Parte trasera.

Y otra más de la parte trasera.

No sé qué os habrá parecido a vosotros, pero a mi me cautivó. Las vistas impresionantes, la arquitectura del castillo de cuento de fantasía.

A continuación subimos hasta Drachenfels. Allí encontramos las ruinas de una torre del castillo que se encontraba en lo alto de la montaña, separada del resto de la construcción, ya que a lo largo de toda la montaña se podían ver edificios que en su día fueron parte de la villa del castillo.


Desde lo alto del mismo se podía ver, con una vista todavía mucho más impresionante que la de Schloss Drachenburg, todo el valle del Rhein, Bonn, Königswinter e incluso nuestro pueblo, Bad Honnef.

Bad Honnef

Bonn (al fondo) y Königswinter


Así mismo se podían apreciar a la perfección "las otras 6 montañas".


La verdad que a parte de las vistas, mucho más no se podría apreciar, ya que, además de que toda la zona se encuentra en obras, nos encontramos con muchísima gente que como nosotros había aprovechado a subir y era un poco agobiante. Así que nos dirigimos cuesta abajo de vuelta a Königswinter.

No sin antes detenernos en el Hall de los Nibelungos, donde había expuestas un montón de obras basadas en la historia.




Además de esto había un enorme reptiliario con un montón de preciosos reptiles (y aves...O.o) donde hice muchos amiguitos nuevos. Aquí os los enseño:

Justo antes de irnos del lugar, me dijo Jenny: "Mira, que es ese camino de ahí". 
"No lo sé, vamos a investigar". Contesté. 
Entonces nos adentramos en una gruta bastante oscura. Vosotros la veréis muy bien porque le saqué una foto con flash.
 Cuál fue nuestra sorpresa cuando llegamos a un claro en mitad de las montañas, con un pequeño estanque y nos encontramos con el enorme dragón a quien Sigfrido había ajusticiado años atrás.
Por suerte tras tantos siglos se había convertido en piedra y no representaba amenaza alguna:


Ya de vuelta en Königswinter y ya bastante cansados, volvimos a Bad Honnef, desde donde (no nos habíamos dado cuenta hasta entonces) se podían ver las ruinas de Drachenfels guardando el valle:

Lo que no sabíamos es que llevamos un polizón hasta nuestra casa. 
 
¿Sería una cria salida de algún huevo del Dragón?. Si cuando crezca no nos come, os lo contaremos...

2 comentarios:

  1. KS. Muy bonita la excursión.

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  2. Tú vete entrenando a la lagartija, que nunca sabes cuándo vas a necesitar una montura gigante con aliento de fuego.

    Las vistas parecen alucinantes, ojalá estuviese allí con la cámara.

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